viernes, 16 de mayo de 2008

prólogo de Lucas Lavado M.




Sobre los Poemas de Pedro


Los poetas son seres extraños que van escondidos en el cuerpo y presencia de seres humanos normales que trajinan las calles como todos y viven mimetizados en la muchedumbre y en los grupos. Sólo se delatan cuando escriben, es cuando muestra sus entrañas sin rubor o quizá con pánico de verse desnudos en toda su humanidad. Falta saber si entonces están actuando, con todo, los poetas se hacen a fuego lento en la fragua de las peripecias de la vida diaria.

Pedro López Ganvini trabaja sus poemas donde por momentos intenta escribir con sus cojones puestos en las cosas que piensa y dice. Pero también por momentos con el peso del temor a pronunciar o escribir mierda. No creo que sea por temor a afear el poema. Puede que en este esfuerzo intente domesticar sus demonios serranos, claro, porque éstos los conozco: son diferentes que aquellos que habitan en el mundo costeño y limeño. Amor y mundo contenido e incontinente:
“Sólo en silencio se dice
se habla, se sueña
se convence y se ama”

Pedro López escribe poemas y se delata, está encerrado en el mundo andino y como que se escabulle, lleva en su alforja la pena del desarraigo. Entre el amor y la denuncia, entre el amor y la alegría, Pedro López como que deja escapar el sufrimiento cristiano y la resignación.

“y pocos saben y sienten
lo que yo ...
Así es,
y qué se puede hacer...”

Los poemas de Pedro López están en plena fragua. Si mi comentario lo hiciera desde el visor del crítico literario, buscaría el auxilio de Alberto Escobar. Pero como profano en Literatura puedo adelantar que el autor de estos poemas saldrá de la fragua limpido. El profano puede decir lo que quiera sin dejar de ser responsable.

Lucas Lavado
Magdalena del Mar, 27 de junio del 2001


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